Hay muchas interrogantes que nos podríamos hacer antes de iniciar este tema:
1. ¿Qué yo no estoy tomando la Palabra de Dios en serio?
2. ¿Qué las oportunidades de conversión las estoy desapro
3.¿Cuál es mi pecado?
4. ¿Qué lo que tengo no lo comparto con los necesitados?
4. ¿Qué lo que tengo no lo comparto con los necesitados?
"Escuchando y Viviendo la Palabra de Dios en serio"
Lucas 16, 19-31
Después nos describen al pobre. No se si usted sabe pero en las parábolas es el único personaje que tiene nombre. Su nombre es Lázaro que significa "Dios es mi auxilio". Este era un mendigo. Posiblemente ya había perdido las fuerzas de trabajar, a lo mejor se nos parezca a alguna persona que encontramos todos los días cuando vamos o venimos del trabajo. No tenía familia que quisiera ayudarle, por eso solamente le quedaba el mendigar para no morirse de hambre. Lo más doloroso nos dice la palabra de Dios que además de todo esto se llenó de llagas su piel, y los únicos que se atrevían a acercarse eran los perros callejeros y sucios, ellos venían a lamer sus llagas, imaginamos que esto le aliviaba a Lázaro y se sentía acompañado y amado por ellos. Tanta era el hambre que ansiaba que tiraran las sobras de la mesa del rico. Pero tristemente ni eso, ni las sobras le daban.
En el versículo 22, vemos las escenas de este mundo, lo que nos puede suceder a usted o a mí en cualquier momento, la vida es corta, como un suspiro. Que distintos los dos funerales uno con cien y hasta más carrozas, miles y miles de coronas. El segundo lo llevan en un ataúd de tercera clase, con un entierro de tercera a la fosa más barata. En el primero iban muchas personas, en el segundo las personas son contadas con los dedos.
Lázaro al morir es llevado al puesto más honroso, junto al Padre Abraham, muy cerca de Dios. El rico es lanzado a las llamas del infierno. Este que nunca se acordó del pobre Lázaro ahora pide que moje la punta de uno de sus dedos en agua y vaya a refrescarle su lengua porque arde de sed. En el versículo 26 nos dice que no tenían acceso hacia uno ni hacia al otro,había un gran abismo que no se podía pasar.
La historia es una ilustración de las bienaventuranzas y las lamentaciones de Lc 6, 20-26. Hay un reproche, no saber compartir lo que tiene. Ha perdido incluso la oportunidad de conversión por no haber escuchado. No escuchó a Moisés, ni a los profetas. Su pecado fue haber hecho de las riquezas su dios.
¿Qué acaso usted y yo no estamos compartiendo lo que tenemos con los más necesitados?, es un buen día para reflexionar sobre esto. Cuántos Lázaros han pasado al frente de usted y no los hemos visto hemos cerrado nuestros ojos, nos hemos cruzado de acera, hemos cerrado nuestras manos pudiéndo abrirlas para ayudarles en lo que necesiten. A veces perdemos la oportunidad que Dios nos da día a día para ir trabajando en nuestra conversión. Será que en su trabajo, en su propia casa o en la esquina o al frente de su casa se encuentra ese Lázaro. Pídamosle a Dios poder verle y ayudar en lo que necesita. Cuídemos nuestros matrimonios no vaya hacer que ese Lázaro sea la esposa que se ha olvidado por el mucho trabajo, por los amigos y ni siquiera las migajas le estamos dando, será mamá que ni las migajas de mi paciencia le doy, ¿cuál es ese Lázaro que Tú mi Dios me pones al frente todos los días?, permíteme verlo y ayudarle, permíteme amarlo.
Diría que esta parábola se repite todos los días y en todas partes. Ya no nos conmovemos, ya no ayudamos, hoy nos recuerda el Señor que hay un juicio después de la muerte, donde usted y yo recibiremos según nuestra conducta. Cada uno de nosotros según sembremos así vamos a cosechar.
Que quede claro lo grave no es tener riquezas, Dios nos quiere bien y a veces no lo estamos por nuestra desobediencia, nuestro despilfarro, nuestro descuido. Dios nos quiere bien, su pecado no fue ser rico, lo grave fue haberse olvidado de compartir con otros lo que tenía.
Como tarea para hoy, pensemos: ¿Qué no he compartido con otros?, ¿Qué podría compartir hoy, y con quién lo voy hacer?, ¿A quién he olvidado?, ¿A quién no he visitado?, ¿Quién está sin trabajo?, ¿Y, aquel anciano o aquella viuda?...
Busque hoy mismo a esa persona y comparta, luego dele gracias a Dios.
Al leer la Palabra medoy cuenta que en realidad a veces no tomamos la Palabra de Dios en serio, pues no vamos cumpliendo con lo que ella nos pide. Lo que si sé que no me gustaría estar en el lugar del rico, aparentemente lo tuvo todo, al final no tuvo nada. Desde hoy me esmeraré en compartir más lo que tengo y no sólo económico o material, sino todas aquellas riquezas que Dios sembró en mí para compartirlas. Le doy gracias a Dios por su mensaje.
ResponderEliminarDeparte:
Una hermana
En este tiempo de Cuaresma el Señor nos invita a una profunda reflexión sobre la conversión que es necesaria todos los días en nuestra vida.
ResponderEliminarEl Señor Jesús siempre nos mueve a ir hacia, adelante, remar mar adentro (Jn6,45) y este tiempo que aún nos resta de la Cuaresma, nos invita a reforzar las fuerzas, pues entre más rememos más adversidad vamos a encontrar (Jn,6, 48). Esta parábola justo en el tercer domingo de Cuaresma, realmente es remar “penosamente”, pues nos implica una intensa revisión de vida.
Bien aclarado en la catequesis de Dona Rosario, el problema no es tener riqueza es hacer de la riqueza un Dios, hacer que ocupe el lugar de Dios. El rico se comporta como si no tuviera Dios, como si su Dios fuera él mismo endiosado por su riqueza. Él se automodeló según sus creencias, sus defectos y sus desatinos, cada vez más su riqueza lo fue alejando del modelo de imagen de Dios a la que estaba llamado. ¿Será que en nuestra vida muchas veces vamos haciendo nuestro propio modelo de Dios, acorde a nuestras desviaciones y creencias y más aún vamos ocupando el lugar de Dios en nosotros mismos?
Pues bien este proceso de tomar el lugar de Dios, siempre resulta antinatural contraproducente y con un final anunciado por nuestro propio Señor: la condena a la lejanía perenne de Dios o “infierno”. Debe de dejarse bien claro a donde lleva este camino contrario a la voluntad de Dios. En un mundo tan relativo, hablar de una condena para nuestra alma es algo demasiado escandaloso, satírico y hasta iluso, es decir, no hay temor de Dios y se mira muy lejos un destino de eternidad adverso, se vive el hoy como si nunca se terminara. Lo mismo que vivía el hombre rico, de ahí que ni siquiera nuestro Señor le pone un nombre; y es que el hombre pierde su identidad cuanto más se aleja de Dios. Entre más fuerte es el nombre en el mundo de hoy más desvanecido estará en el cielo, el mundo da nombre a los famosos, ricos, irreverentes, al dueño del poder a todo el que se deje atrapar por él.
Del otro lado encontramos a Lázaro, quien en el anonimato y en la ignorancia del mundo, se fue haciendo más apto para la gracia de Dios. No se trata de decir que el mérito está en su pobreza, no, sino en que en su pobreza temporal encontró su riqueza espiritual. Su condición no es sinónimo de desprecio o desecho, todo lo contrario es la oportunidad que tenemos todos nosotros de vivir la conversión, esa conversión que nos interpela a actuar en misericordia y amor en nuestro hermano necesitado, y ¿quien es necesitado y pordiosero?, pues todos, todos ocupamos ayuda, todos ocupamos de Dios.
La esperanza está en que, este proceso de conversión (mi ser) que se refleja en nuestra obra de amor (en un hacer), es un “remar” penoso que siempre contará con la asistencia amorosa y firme de nuestro Señor Jesucristo (Jn 6,48b) quien nos dice: “No teman, soy yo”.
Que el Señor Jesús nos mire pobres y humildes en esta Cuaresma para que seamos merecedores de vivir su Gracia de resurrección en esta Pascua y en este camino escuchemos su voz que calma la tempestad.