Comunidad San Pablo Apóstol

jueves, 8 de julio de 2010

El niño herido que llevamos dentro

Evangelizadora: Rosario Parrales Murillo


Desde pequeños en nosotros existen zonas sanas y zonas heridas, algunas de ellas pueden ser conscientes, pero otras permanecen en nuestro inconsciente. Somos afectados por situaciones diversas y muchas de ellas por las personas que nos rodean. En muchos casos reaccionamos agresivamente y además desproporcionada, a esto le damos el nombre de sistema de defensa. Los sufrimientos del pasado merman nuestras energías, nos llevan a ser intolerantes, hay incompatibilidad, siendo esto un obstáculo para realizarnos.
La época que nos ha tocado vivir tiene una obsesión por el bienestar y el placer, que ha veces las confundimos con la felicidad. Podemos caer fácilmente en la trampa de buscar felicidad por medio de los bienes materiales, o por el reconocimiento social. La verdadera, auténtica y profunda felicidad la encontramos en Jesús. San Cisóstomo decia que las riquezas no proporcionan felicidad, ninguna cuando el alma vive en la pobreza. La felicidad, la dicha, no se tiene por las riquezas, ni el poder, la autoridad. Tampoco por la inteligencia. Estos atributos no contienen la felicidad.

Por ir en búsqueda muchas veces de esto, se nos olvida darle tiempo a nuestros hijos y darnos tiempo a nosotros mismos para descansar y sanar en las manos de Jesús. Por ello si de niños no recibimos todo lo que necesitamos, porque nuestros padres estuvieron muy ocupados o no estuvieron con nosotros, seremos como palmeras que no reciben el agua y el sol y por ello no crece. Pero, ¿qué significa crecer?, progresar, desarrollarse, prosperar, elevarse a Dios. Si sus necesidades fueron satisfechas crecerá y se desplegará en todo su ser de palma, algo así sucederá con el niño o la niña.



Si notamos reacciones desproporcionadas, estas nos pueden revelar"sufrimientos", y nos puede
conducir al corazón de nuestro pasado doloroso
y con un bálsamo de amor nuestro Señor Jesús nos
puede sanar si nosotros se lo permitimos.



Por ello hay que estar atentos a nuestras reacciones en las diferentes situaciones que estamos pasando, pues ese niño está dentro de usted y a veces se ha sentido solo indefenso, abandonado, traicionado. Muchas veces no es tomado en cuenta, lo han visto diferente, en algunos momentos. Lloró porque era el último en clase y era el menos popular y hoy con pantalones grandes, o niña ahora con tacones en sus pies se ve fragil, herido y por ello muchas veces sale con furia con indiferencia o con rencor, y es ese niño herido que lleva por dentro.

A veces tenemos miedo de verle, otras veces tenemos deseos de encontrarle.

Que bueno sería repetirnos: Deseo experimentar el poderle cuidar ahora mismo, protegerle, acogerle. Ahora soy yo quien no va a permitir volver a ser herido y quien va a cuidar al niño herido que llevo dentro. Voy a cuidar mi parte vulnerable desde mi interior veo y atiendo mi vida. Hoy sé que ese amor que no recibi de niño o niña, no tengo que andarlo buscando, ahora él único que puede darme lo que no recibi en mi pasado es Dios y yo.




Dese un espacio, respire la paz y presencia de Dios,
ahí está con usted. La luz, el amor y el perdón de Dios
le cobija, está sobre de usted.







De la mano de Jesús atrévase a revisar su álbum de fotos de la infancia:

1. Póngase en contacto con sigo mismo: Apártese de las distracciones que puedan presentarse durante este tiempo en que va a realizar esta oración, tome una postura confortable que permita cerrar el círculo alimenticio. Respire el amor y la paz de Dios.

2. Reviva la escena del niño herido: De la mano de Jesús y María, dese tiempo para revivir la experiencia, nombrarla, identificar y con precisión la herida, sepa que la paz, la luz, el amor y el perdón de Dios le acompañan. Repítalo la paz de Dios, su amor, su luz y perdón me acompañan. Vuélvase al pasado como quien repasa un álbum de recuerdos. Localice la sensación, deje que vengan las imágenes, los recuerdos, las palabras con relación a la herida. Genere una imagen propia de pequeño, con esa sensación. La paZ, el amor, la luz y el perdón de Jesús le acompañan. Respire el amor y la paz de Dios.

3. Visualizar el niño en el momento en que padece: En donde sufre más.
Pregúntese:
- ¿qué edad tiene el niño (a)?
- ¿quién lo acompaña?
- ¿cómo está el niño?
- ¿cómo está vestido?
- ¿qué pasa?
- ¿qué le dicen?
- ¿qué dice él?
- ¿cómo reacciona?
- ¿qué decisión ha tomado el niño (a) después de ese suceso doloroso?: "no vuelvo hablar", "no vuelvo a reír", "no vuelvo a querer a nadie", "no vuelvo a confiar en nadie", "no me gustan los hombres"...

4. Diálogue con ese niño (a): Inicie un diálogo, como se hace con un pequeño, poco a poco, tratando de ganar confianza del niño herido. Percibe que se siente solo. Haga igual que se hace con un pequeño cuando sufre. Tómese el tiempo de sentir su presencia, deje que se calme y asegúrese que esto le ayude a curarse. Luego háblele, consuélele, pídale perdón por haberlo olviado tanto tiempo. Explíquele todo lo que ha pasado. Prométale que nunca lo abandonará más. Visualice el dolor del niño herido, sin entrar en la sensación para lograr un cambio de actitud en la parte golpeada, que busque un abrazo (al papá o la mamá ya no los tiene), es un desdoblamiento de sí mismo para nutrirse (el niño y usted) en lo que hace falta. Cuando considere que ya está listo puede sugerirle que perdone a los que le han ofendido. Si experimenta resistencia no forzarlo. Tenerlo simplemente ahí y reconfortarlo. Usted conoce la generosidad de su niño. Dele confianza. Cuando este listo él o ella va a perdonar. Permitirle que pase el tiempo necesario...

5. Abrace a su niño herido: Cuando este seguro de haberle ganado la confianza de su niño y se este seguro de que él acepta que se le acerquen, levántese, tómelo entre los brazos, siéntelo sobre sus piernas y abráselo fuerte, cruce los brazos contra el pecho. Abrace a ese niño herido-que es usted mismo- y haga el juramento promesa: "de hoy en adelante no voy a dejarte solo, voy a hablar contigo, te voy a defender, a aceptar, a proteger".

6. Despedida: Antes de despedirse del niño, consuélele, diciéndole que no lo va a abandonar jamás, que le hablará con frecuencia y lo cuidará de hoy en adelante.
7. Símbolo o distintivo: Escoge un símbolo que represente a ese niño que se va a cuidar a partir de hoy.

1 comentario:

  1. Hola, Dios los bendiga el tema esta muy lindo y interesante aprendi mucho.Gracias por todo .

    ResponderEliminar